La República Argentina quedó ayer paralizada por
una huelga general, a tan sólo 26 días de las elecciones presidenciales,
provinciales y municipales, que restituirán, teóricamente, la democracia al
país. Cualquier esfuerzo intelectual por analizar el significado de esta
huelga, destinada a paralizar una nación ya paralizada, es vano. El colapso final
del Gobierno, presidido por el teniente general Bignone, es de tal envergadura
queuna huelga general hasta llega a dar cierta sensación de actividad en la
nación argentina.
Veinticuatro
horas antes de que se iniciase la huelga general, entraron en vigor las
disposiciones dictadas por el Banco Central, prohibiendo la venta de dólares
incluso para los argentinos obligados a viajar al exterior. Medida precautoria
ante la posibilidad de que Argentina quede el próximo día 17 de octubre
(precisamente la fecha sagrada del movimiento peronista) en situación de
suspensión de pagos, por causa del bloqueo judicial de la renegociación de las
deudas externas de las empresas estatales.Las aceras de la city
porteña se llenaron el lunes de corrillos, un punto histéricos cuando las
ventanillas de los bancos dejaron de pagar dólares a los impositores en moneda
estadounidense, mientras se disparaban los rumores sobre una Posible
intervención de las cuentas de divisas y hasta de las cajas individuales
alquiladas por los bancos. El aeropuerto internacional de Ezeiza quedó desierto
y ningún viajero pudo adquirir divisas ni aun mostrando un billete aéreo
adquirido con anterioridad a las medidas del Banco Central. Los importadores
han echado el candado a sus reservas de mercadería, en previsión de una
inminente escasez, y se teme una maxidevaluación del peso, que, en cualquier
caso, deberá adoptar urgentemente el próximo Gobierno.
Sobre la
desolación del primer aeródromo de Buenos Aires aterrizó Julio González del
Solar, presidente del Banco Central argentino, procedente de Washington, donde
había asistido a las reuniones del Fondo Monetario Internacional y del Banco
Mundial. Fue detenido por la policía federal del aeropuerto, pasó la noche en
dependencias policiales y se esperaba que ayer fuera trasladado a Río Gallegos,
en la Patagonia, para prestar declaración ante el juez Pinto Kramer, que ordenó
su detención.
Kramer, de
39 años, típico juez del proceso militar argentino, presumiblemente inspirado
por la fuerza aérea, se ha fundado del artículo 225 del Código Penal, que
permite la detención de funcionarios si cabe la sospecha de posibles delitos.
que perjudiquen al Estado. En este caso, el presunto delito sería la
refinanciación de la deuda externa de Aerolíneas Argentinas (modelo para las
restantes empresas estatales) que González del Solar firmó en Washington,
cediendo la soberanía jurídica a los tribunales de Nueva York. Así, en caso de
impago o diferendo, la República Argentina acataría las decisiones de la
jurisdicción neoyorkina y respondería con sus posesiones en Estados Unidos,
incluidos los depósitos en oro en Fort Knox.
Insólita detención
La insólita
detención del presidente del Banco Central no ha hecho mover las cejas a los
argentinos, por más que, siendo el hombre que renegociaba la deuda externa del
país, su prisión haya causado estupor. González del Solar ya se encuentra
afectado por otra causa judicial que intenta dilucidar sus responsabilidades en
la filtración anticipada a varios bancos estadounidenses de un cambio en los
tipos de interés, argentinos, lo que permitió especulaciones astronómicas en
favor de aquellas entidades. El que González del Solar haya obsequiado desde
Washington a Pinto Kramer con el apelativo de "juez de mierda"
también ha contribuido a la prisión. El doctor Jorge Whebe, vapuleado ministro
de Economía, permanece en Nueva York, temeroso de que la orden de detención se
extienda a su persona, dadas sus obvias responsabilidades en la renegociación
de la deuda externa. Otros jueces federales intentan, alegando cuestiones de
procedimiento o prelatura, arrebatar al juez Kramer una investigación de la
deuda externa. Pero fuera de tan tímidas maniobras, el Gobierno se ha visto
impotente y desarmado ante la detención de uno de sus más altos funcionarios.El
Gobierno no existe, los plazos de la deuda pública externa vencen el próximo
día 17 y no pueden renegociarse por decisión de un juez patagónico, el país
aboca la suspensión internacional de pagos y ayer la nación quedó paralizada
por una huelga general, mientras los argentinos guardan sus dólares en los
calcetines. Por lo demás, prosigue, más o menos en paz, la campaña electoral de
los partidos, entre el voluntarismo de los radicales de Raúl Alfonsín y la
seguridad prepotente de los peronistas, convencidos de que Lúder será
indefectiblemente el próximo presidente de los argentinos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario