A las diez de la noche, hora argentina, (dos de
la madrugada en España), cuatro horas después de que se abrieran las urnas, el
recuento arroja significativas ventajas de la Unión Cívica Radical sobre el
Movimiento Nacional Justicialista. Las primeras 2.850 mesas escrutadas dan un
resultado de 336.000 votos para los radicales y 201.117 para el peronismo.
En
provincias de fuerte raigambre peronista como Santa Fé, los radicales de Raúl
Alfonsín adelantan a los peronistas en el recuento de los votos, e incluso en
la provincia de Buenos Aires, feudo político del peronismo, los radicales
proclaman anticipadamente su triunfo.En cualquier caso, está clara la sangría
electoral que anoche sufrió el peronismo y ya puede adelantarse que la victoria
de unos o de otros será efectiva por un margen muy estrecho y habrá que
negociar la fórmula presidencial en la asamblea legislativa. Un velo de
depresión se advierte en las dirigencias peronistas que intentan justificar
extrañamente su aplastante retroceso electoral aduciendo que la composición
social del peronismo motiva que sus papeletas aparezcan tardíamente en los
recuentos.
Desde la
seis de la tarde, tras el silencio matinal y de las primeras horas vespertinas,
Buenos Aires es una fiesta, una algarabía de canciones, de bocinas y de bombos.
Los ciudadanos, se dirigían anoche hacia la Plaza de la República donde
radicales; y peronistas comparten su alegría por la recuperación de la
democracia, desdeñando los recientes enfrentamientos partidarios. Frente a la
casa radical aguantan a pié firme una muchedumbre enfervorizada, segura de su
triunfo, que recibe entusiasticamente a los líderes radicales que van llegando
al edificio. Frente a la sede porteña del peronismo el gentío es inferior y
decaído. A la hora de transmitir esta crónica no había llegado a su cuartel
general ninguna figura justicialista de primera fila y la calle porteña es más
radical que peronista.
Las
inmensas distancias de este país, la deficiente. red telefónica y la inundación
de seis provincias del norte retrasan la cuenta de los votos y aún no permiten
dar por segura la tendencia radical que se distingue.
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