La preocupación del Movimiento Nacional
Justicialista por no obtener la mayoría absoluta en las elecciones del domingo
es ya explícita. Tanto Ítalo Lúder como Deolindo Bitel, su candidato a la vicepresidencia,
aluden en sus mítines a la necesidad de respetar la tradición política
argentina de votar siempre y mecánicamente, en el colegio electoral, a la
primera minoría en el caso de que ningún partido obtenga la mayoría absoluta.
Los
observadores menos comprometidos partidariamente, estiman que la presunta
equiparación electoral entre peronistas y radicales beneficiará a la larga al
país. El anterior bipartidismo imperfecto ya demostró históricamente su
ineficacia, y se estima que una alternativa poderosa al futuro Gobierno será el
mejor freno al aventurerismo militar.
La amenaza sindical
Al mismo
tiempo, se tiene la certeza de que muchos simpatizantes peronistas que votarán
la fórmula Lúder-Bittel para la presidencia votarán pata diputados y senadores
a políticos de otros partidos, dándose por segura una minoría peronista en el
Congreso. Ello facilitaría en el futuro inmediato, acortar el mandato
presidencial de seis a cuatro años.En el caso más que probable de que
peronistas y radicales obtuvieran minorías muy próximas, la discusión entre
bastidores para la elección en el colegio electoral sería dramática.
Los
peronistas no aceptarán que una coalición radical con otros partidos
provinciales y nacionales les arrebate el triunfo y presionarán al máximo con
la amenaza de sus movilizaciones sindicales. Pero, pese a las afirmaciones de
Lúder y Bittel, se da por seguro que la dirección peronista haría la maniobra
contraria pactando con otras fuerzas para obtener el poder si quedan segundos.
Intransigentes,
federalistas y desarrollistas, que se repartirán los tercer, cuarto y quinto
puestos, se dejan querer y mantienen las dudas sobre a quién otorgarán sus
votos electorales.
Fuentes
solventes de la política y la diplomacia aseguran, por lo demás, que el compló
de un grupo de jefes y oficiales para el asesinato de Raúl Alfonsín existe, y
que el embajador canadiense que filtró la noticia a la directiva radical habría
sido sólo el recadero de la confidencia por parte de Washington.
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