A las nueve de la mañana de ayer, el ministro del
Interior, general de origen libanés Jamill Reston (que acaba de pedir su pase a
la situación de retiro), instalaba su cuartel general en la sala de situación
de la Casa Rosada, para controlar desde allí la normalidad de las elecciones. A
las seis de la mañana ya se estaban formando colas ante los colegios
electorales, que abrirían sus puertas dos horas después. A las dos de la tarde
se estimaba que ya había emitido su voto la mitad del censo electoral. La
normalidad y el orden fueron las notas dominantes de la jornada.
Ante el carácter obligatorio del sufragio, el
índice de participación deja de ser un factor interpretativo, máxime ante la
seriedad con que el pueblo argentino afronta sus obligaciones con las urnas. A
primera hora de la tarde de ayer, personas que guardaban cola desde la noche
anterior esperaban aún acceder al Registro Nacional de las Personas para
retirar sus documentos de identidad y marchar desde allí a su colegio
electoral.A las colas de hombres y de mujeres formadas ante los colegios había
que sumar las filas de ciudadanos que aguardaban ante las comisarías la
expedición de certificados policiales que les permitieran justificar ante la
Junta Electoral Central, en un plazo de 60 días, su no comparecencia ante las
urnas por hallarse a más de 500 kilómetros de su lugar de empadrona miento.
Ciudad
semidesierta
Buenos
Aires quedó convertido en una ciudad semidesierta, con sus ciudadanos
mágicamente agrupados como virutillas de metal frente a los imanes de cada
colegio electoral, comisarías y registros públicos. A su vez, la población
masculina quedó separada de la femenina: en Argentina, hombres y mujeres votan
por separado, en mesas electorales diferentes y presididas por ciudadanos del
sexo correspondiente. Sencillamente, hay dos padrones, masculino y femenino.
La calma
era ayer completa en todo el país, en un domingo soleado desde la frontera
boliviana a la Patagonia. No obstante, el comando electoral recomendó periódica
mente que los festejos de la madrugada por el triunfo partidario evitaran
enfrentamientos o desmanes que empañaran la jornada La precaución, a todas
luces exagerada, llegó al extremo de que se atrancaron las puertas principales
de la Casa Rosada con grandes barras de hierro para evitar duran te la noche un
hipotético forzamiento de la casa del Gobierno por alguna multitud
excesivamente impaciente.
Los
titulares de los periódicos porteños fueron expresivos: "El pueblo cierra
el proceso" (La Época), "Termina la pesadilla" (Crónica),"¡Llegamos!" (Clarín), "Victoria
del pueblo" (La Voz), mientras el imperturbable y
conservador diario La Nación titulaba "Se elegirá hoy en
todo el país a las autoridades constitucionales".
Programas
especiales
Desde las
nueve de la mañana los canales de la televisión saltaron al aire con
informativos especiales y continuados sobre los comicios. Desde al menos dos
horas antes, las emisoras de radio ya estaban recabando y transmitiendo
información al interior del país. Y anoche muy pocos habrán dormido en la
República Argentina esperando los primeros resultados indicativos.
Excepción
hecha del Gran Buenos Aires, Córdoba y Rosario, la mayoría de las mesas
electorales contabilizan pocos votos de fácil y rápido recuento. Sin embargo,
se esperaban retrasos en el cómputo por las incidencias técnicas, de picaresca
partidaria y hasta de sabotaje electoral de un partido contra otro, que se
estaban produciendo en la mañana de ayer, particularmente en la provincia
bonaerense.
En
numerosos colegios se acábaron en pocas horas las papeletas de determinado
partido, hurtadas masivamente del cuarto oscuro (un cuartito
iluminado, protegido por cristales esmerilados) por militantes contrarios. En
otros colegios se detectó la sustitución de las papeletas correctas de un
partido por otras con errores semánticos de impresión que posibilitarían la
impugnación del voto formulado con ella. En todos los casos detectados, el
sujeto paciente del sabotaje fue la Unión Cívica Radical. Ante las anomalías,
muchas presidentas y presidentes de mesa decidieron prolongar la votación más
allá de las seis de la tarde, recuperando las horas perdidas en normalizar una
completa oferta electoral dentro del cuarto oscuro.
El voto de
los candidatos
A primeras
horas de la mañana cumplieron con su obligación de votar las primeras
autoridades del país y los candidatos presidenciales (Alfonsín, en su pueblo
bonaerense de Chascomus), sin que su llegada a los colegios despertara grandes
repulsas o grandes entusiasmos. Parecería que un agotamiento emocional hubiera
teñido el día de ayer de una esperanzada melancolía, que se podía olfatear por
las calles semidesiertas de esta ciudad. Es el acertado titular a cinco
columnas de Clarín: "¡Llegamos!".
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