Como decían con acierto los
revolucionarios soviéticos de 1917 “hay días que valen por años”. Lo que hemos
vivido es una extraña y abreviada Semana de Pasión con un domingo de
resurrección en Cataluña y un lunes de dolores en la Bolsa y en la confianza
financiera internacional. Según las filtraciones del dominio Weakileaks la
diplomacia estadounidense tiene a nuestro Presidente por izquierdista
trasnochado y político cortoplacista que usa la política Exterior en clave
interna y llegó al poder por la mala gestión del PP del atentado del 11-M.
Nunca lo había recordado por no ser cruel, pero en verdad Zapatero alcanzó el
Gobierno trepando por una montaña de doscientos cadáveres y dos mil heridos, a
menos que en aquellos días aciagos mintieran todas las encuestas que,
unánimemente, daban al PP, como poco, la mayoría minoritaria. Tiene que ser
amargo para un hombre recordar por las noches, aunque sea inocente, que debe su
carisma a una matanza superior a la del coronel-general Custer y su 7º de
caballería en Little Big Horn.
Los días que corren por
años han comenzado a darse en Cataluña con el hundimiento de la sucursal
socialista y el suicidio del asténico Montilla. Primer “round”. El segundo será
la elección municipal y autonómica, y el tercero las generales de 2012. A
Zapatero ya no le queda tiempo ni para el cortoplacismo, y el juego de espejos
de una rendición de ETA es un cuento de
Andersen, absolutamente contingente, que es o no es, y que no va a decidir
ningún vuelco electoral como no sea en el País Vasco.
La Unión Europea no cree en
las tibias y aplazadas restricciones económicas del Gobierno y prevé más
destrucción de empleo, más déficit, menos crecimiento, consumo anoréxico y una
desconfianza inversora que cede el paso a los especuladores que compran deuda
barata al interés shakesperiano de Shylock en “El mercader de Venecia”. Como
venganza inconsciente el Comisario socialista europeo, Joaquín Almunia, que
quiso gobernar España en coalición con los comunistas, siembra la sospecha de
que como hicieron Grecia e Irlanda estamos falseando u ocultando nuestros
datos, mientras la Bolsa parece una tuneladora vertical y el dinero está más
atrapado que los mineros chilenos. La alarma es de bomberos pero los operadores
del PSOE la toman como pito de sereno. El Gobierno alardea el ahorro de la
supresión del ministerio de Igualdad cuando Bibí y sus funcionarios se han
trasladado a no hacer lo mismo al departamento de Sanidad y asuntos varios. El
Presidente cancela viajes internacionales, y a los empujones de Merkel y
Sarkozy nos propina una enésima dosis homeopática de reformas. Los parados de
larga duración dejaran de percibir la exorbitante ayuda de 426 euros mensuales y engrosarán con
sus familias las colas nocturnas ante la basura de los supermercados, como si
no se despilfarrara dinero público en gollerías municipales, autonómicas y
estatales. Regresa Pío Baroja con “La busca”. A su pesar, Zapatero patenta la
sociedad del malestar.
El Presidente no ha leído
las conversaciones de Goethe con Eckermann, en las que el gran alemán concita
su desprecio: “Odio la chapucería, como los pecados, pero especialmente la
chapucería en los asuntos públicos, de la que no derivan sino daños para miles
y millones de seres”. ¿Cuántos millones necesita Zapatero?. El izquierdista
trasnochado se decanta por la máxima de un espadón como el general Narváez:
“Gobernar es resistir”. Sabíamos por Lenin que el izquierdismo es la enfermedad
infantil del comunismo. En dos días de Noviembre hemos comprobado que el
zapaterísmo y su despreocupada muchachada son el sarampión de la
socialdemocracia. No hacía falta que nos lo confirmara la indiscreción de los
chicos de Hillary Clinton. ¿Les suena el término “argentinización”?. Pues eso.
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