No recuerdo a ciudadanos británicos
secuestrados por organizaciones terroristas para obtener rescate porque
no son rentables. El Gobierno del Reino Unido nunca paga, y persigue
judicialmente a los particulares que lo hagan. Pueden asesinarlos pero no
obtendrán libras esterlinas para financiar sus crímenes. De los tres
cooperantes catalanes secuestrados en el Sahel por Al Qaeda, Albert Vilalta, un
alto ejecutivo, pide indemnización como
víctima del terrorismo. Ignora que nuestro Gobierno no los rescató sino que los
compró a más de tres millones de euros por cabeza que servirán para nuevas
iniquidades. Por encima de cualquier objeción hay que felicitarse que salieran
con bien de su aventura imprudente y
desaconsejada. El reclamante recibió un disparo superficial en una pierna y
perdió en nueve meses veinte kilos que le sobraban, dando en Barcelona una
analítica mejor que la que tenía antes de su ataque de solidaridad. No él sino
su entorno dice que donara la indemnización a una ONG. Éste es un extractor.
Con nuestros impuestos le hemos salvado la vida junto a sus compañeros de viaje,
y son nuestros tributos quienes sufragaran
su afecto por los mauritanos. Los solidarios, los progresistas, los
bienpensantes somos todos los contribuyentes que pagamos sus sacrificadas y
altruistas vacaciones. Vilalta no ha
puesto un euro de su bolsillo en ésta historia y no fue a ninguna parte a
defender intereses españoles. Si me garantizan la vida y la indemnización, mañana
mismo me entrego a Al Qaeda.
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