El Presidente electo jura en el Congreso en Brasilia, y a pié acude
al Palacio de Planalto al que se accede
por una rampa. Entre la multitud “
subir la rampa “ simboliza que en
Brasil tienen nueva Presidencia. Cuando en la Amazonia es invierno en Río Grande do Sul es verano; voto
obligatorio para 150 millones de
electores, y abismos socioeconómicos y culturales. El único racismo es el
del dinero. Los sondeos electorales son una quimera pero sería deseable el
triunfo de Dilma Rousseff ( 62 ), curada
de un linfoma, guerrillera cuando hubo que serlo ante la barbarie militar, ex
ministra de Energía y jefa de Gabinete con Lula y tan mandona que hizo llorar por
teléfono al presidente de” Petrobás”. El
Partido del Trabajo del saliente Lula y Dilma hace la revolución silenciosa sin
asustar a nadie persiguiendo aumentar sensiblemente la clase media, como el eje estructural del país . Rousseff,
hija de búlgaro y carioca, ha puesto orden
en los recursos energéticos y
sigue la máxima de su Jefe:”Dar garantías jurídicas absolutas a la inversión
extranjera”. Todo lo contrario de lo que ocurre en Venezuela, Bolivia, Ecuador,
Argentina y Centroamérica. El PT ha ido rebajando su principal enfermedad infantil
izquierdista (un sarampión), sin caer en
la somnolencia de la socialdemocracia
europea. No quieren cambiar la sociedad sino facilitar la vida, Dilma
tiene una china en el zapato: es abortista en una nación provida.
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