11/11/10

SCHOPENAUER PARA PRINCIPIANTES (11-11-2010)

El 21 de Septiembre de 1860, a los 72 años fallecía en Francfort Arthur Schopenauer, y aunque su Filosofía desesperada y contracorriente siempre ha estado presente,   el 150 aniversario de su deceso ha sido felizmente aprovechado por las editoriales  para reeditar su obra, entre ella la capital “El mundo como voluntad y representación” y títulos póstumos que no habían llegado al español como “El arte de envejecer” publicado por “Alianza editorial”. El libro, escrito en su senectud,  se titula claramente “Senilia” pero los editores han optado por la mercadotecnia de presentarlo como si fuera un detestable libro de autoayuda  argentino. Es el mito  de un Schopenauer  indescifrable que se adelantó a entender que la claridad  es la cortesía del filósofo y en cuyo pulcro alemán ( hablaba también polaco, inglés, francés, italiano, español y griego) chisporrotean la agudeza, la paradoja, los excesos conceptuales y, por supuesto, la tristeza maligna (la depresión) y el culto al pesimismo existencial. En mi adolescencia le leí a instancias de un profesor que probablemente me odiaba y le entendí sin dificultades, al precio eso sí,  de convertirme en un sociópata. Schopenauer carece desdichadamente  de estudios psicológicos porque fue, probablemente  bipolar, seguro misántropo y misógino, amante de los perros hasta conferirles alma y un basilisco académico alimentado por un justificado complejo de persecución.

Su madre le aborrecía y él la odiaba; el suicidio de su padre consumó la animadversión de Schopenauer por las féminas. Sus reflexiones  sobre las damas encenderían hoy a las feministas y a las femeninas. “Todos vivimos al menos durante un tiempo en poligamia. Con ello se está además reduciendo a la mujer a su lugar correcto y natural como ser subordinado; y la “ dama “, ése monstruo de la civilización europea y de la estupidez cristiano-germana con sus ridículas pretensiones de respeto  y veneración, será despachada fuera de éste mundo”. Y más:”Casarse significa hacer lo posible  para hastiar al otro”. No obstante  ennovió con una florentina hasta descubrir que no le gustaban los italianos, abandonándola en Florencia asediada  por la peste bubónica. Pero cuando le llegó el reconocimiento en su vejez se enamoró platónicamente de una pintora de 24 años que le inmortalizaba  y de la que decía que se sentía “como casado” y a la que permitía compartir las zalemas de su perro.

Se enfrentó a Kant y, sobre todo, a Hegel y a todo el academicismo filosófico. Su primera y última clase como profesor  la dio al aire porque  no contó ni con un solo alumno. Sus primeros libros fueron quemados dado que nadie los compraba. Se aisló, convirtiéndose en el maestro del pesimismo. Éste libro mal titulado es un compendio de aforismos, meditaciones, sobre la senectud que le resultó piadosa. Fue ensalzado en todo el mundo culto, solicitado por las Academias, y recibió el mayor de los honores alemanes: Richard Wagner en 1854 le dedicó “El anillo del   nibelungo  ”, “ con veneración y agradecimiento” . Podría decirse que casi toda su vida fue una amarga preparación para la vejez, la sabiduría y la paz. La muerte es el Nilo que llega a El Cairo. Como Voltaire  arguye que se muere con las armas en la mano, y escribe que “La razón del envejecer y el morir no es física, sino metafísica”. Era un pacifista  antes que Tolstoi influyera sobre Gandhi :”El origen de todas las guerras es el afán de robar” y ensalzaba a dos pueblos tan religiosos como el hindú y el egipcio que utilizaban el excedente de sus fuerzas en la construcción y no en la rapiña. Redactó éste libro hasta el momento de su muerte, fiel a su máxima:  ” Se debe envejecer de una forma elegante, lo demás viene dado”. Y separa briosamente la muerte de la aniquilación. Para un combatiente del teísmo se tomó muchas molestias en estudiar la Biblia y acepta repetidamente la doctrina del pecado original. Malévolo  contra los analfabetos orales:”Los antiguos  saben que no se debe escribir como se habla; los más modernos tienen, por el contrario, incluso la desvergüenza  de dar a imprimir el contenido de sus clases”. Malvado con los escribidores :”Para asegurarse la atención permanente y la participación del público se debe o bién escribir algo nuevo, lo cual resultará , por eso mismo, siempre peor”.

“ Senilia “es una bondadosa manera de introducirse en Schopenauer, comprender por qué es una cumbre de la Filosofía y perder el pánico escénico de adentrarse en sus páginas.

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