Las expectativas
planetarias de Leire Pajín ni se cumplieron al inicio de la Presidencia semestral
de España y tampoco se ha molestado en enmendarlas. Éste periodo español en la
UE ha pasado totalmente desapercibida. No todo habrá sido culpa del Presidente Rodríguez
Zapatero como la supresión de la Cumbre entre EEUU y Europa. En el abanico de
ocupaciones internacionales del Presidente estadounidense Europa ocupa un lugar
modesto. Otro sí de la Cumbre Mediterránea naufragada sin una ola. Sin embargo
ZP ha dejado de asistir a decisivas reuniones de Primeros Ministros y ni se ha
hecho escribir un discurso enjundioso para los anales. Serán los idiomas o
quizás será que no le gusta Europa ni le fascina la política internacional.
En otros integrantes socios hay movimientos
euroescépticos, lo que significa debate; en España somos euroautistas, lo que
supone aislarnos de los problemas e ignorar
donde tenemos plantados los pies. Casi la mitad de los españoles
desconocían que ZP presidía los últimos seis meses la Unión; de los enterados
un 40% piensa que el Gobierno no nos defiende en Bruselas, y un escandaloso 75%
estiman que no pintamos nada en la UE. El Gobierno carece de discurso europeo,
Zapatero no mantiene estrechas
relaciones con ningún mandatario de la comunidad europea y sólo la Prensa
escrita nos mantiene informados de los sucesos europeos. No es de extrañar que
nuestra presidencia haya sido un teatrillo. Para presidir la UE se debe creer
en Jean Monet, Conrad Adenauer o Alcide de Gásperi. Los batacazos de nuestro
gobernante nos dan en la cabeza.
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