Ediciones “RBA“ publica,
“El cerebro masculino “, de la doctora Louann Brizendine con la nota de tapa:
“Por la autora de “El cerebro femenino”, alusión obligada a su primera obra de
éxito internacional porque la autora no escribe nada parecido a libros de
autoayuda o de divulgación ramplona sino que ofrece textos científicos basados en
observaciones empíricas sobre el comportamiento del cerebro humano en un
lenguaje accesible para los no iniciados. Los dos volúmenes son interactivos y
de lectura obligada. Brizendine es doctora en Medicina, graduada en
Neurobiología por las Universidades de Yale y Berkeley, neuropsiquiatra de la
Universidad de San Francisco y es fundadora de la Clínica de hormonas y el
comportamiento de las mujeres y adolescentes. Casada con otro científico y
madre de un único hijo tiene dos hombres viviendo con ella para experimentar.
La doctora rebate el
concepto de cerebro unisex propalado por el feminismo acientífico, demuestra
que el menor peso del cerebro femenino, que está comprimido por una caja
craneal más pequeña no influye en sus capacidades intelectuales y que tanto
hombres y mujeres pueden alcanzar los mismos objetivos pero a través de
conexiones neuronales diferentes, yendo los hombres por un camino principal
mientras en las mujeres circulan por carreteras secundarias contemplando otros
paisajes. Las hormonas son las responsables de los comportamientos masculinos y
femeninos.
El rey de las hormonas
masculinas, dominante, agresivo y todopoderoso es la testosterona. Centrado y
orientado hacia sus objetivos construye febrilmente todo lo masculino incluida
la compulsión de descollar sobre los demás varones en la jerarquía. Provoca por
ejemplo que las glándulas sudoríparas generen el olor insinuante de la
virilidad el “olor a tigre “. La androstenodiona activa los
circuitos sexuales y también de la agresividad, y afronta con ahínco la
obstinada búsqueda de la pareja objeto del deseo. Preciado por su seguridad y
valentía puede llegar a ser un seductor convincente, pero cuando está irritable
puede conseguir a comportarse como un gruñón. La Sustancia Inhibidora Mulleriana,
fuerte, bravucona e intrépida, también
conocida como “ la Desfeminizadora “ pues despoja despiadadamente al varón de
todos los componentes femeninos, anula los circuitos cerebrales de la conductas
típicas de la mujer, destruye los órganos reproductivos femeninos y levanta y
potencia los circuitos cerebrales masculinos. El Cortisol cuando se siente
amenazado se enfada y se dispone a luchar a brazo partido. Las mujeres poseen
un coctel hormonal mucho más amplio y complejo y mucho menos de características
agresivas. El varón circula a velocidad prohibida por la autopista de la
testosterona y cuando algo lo inquieta física o emocionalmente, saca el puño
mientras que las mujeres se sientan y tienden a la negociación. En ayuda del
hombre viene la Vasopresina, hormona del galanteo y la monogamia, aunque
también es de armas tomar defendiendo su territorio, la pareja y los hijos, o la Oxitocina que incrementa la capacidad empática y
elabora circuitos de confianza, amor romántico y apego. Es la causa la narcolepsia
postcoital masculina.
La interacción hormonal
hace que el hombre tienda a ser amímico mientras la mujer desde que es niña
escruta interrogativamente los semblantes de donde extrae información. No es
que varón no ría o no frunza el seño o no gesticule sino que una pendiente
hormonal lo inclina a poner cara de póker disimulando sus emociones. Escribe
José Hernández en su “ Martín Fierro ”: “No confíes en cojera de perro ni en
lágrimas de mujer ” comentario poco amable para las chicas pero que revela el
pánico al llanto de los hombres desnudando sus sentimientos y nerviosismo
insoportable ante las lágrimas femeninas. El arco voltaico entre los sexos está
plagado de malentendidos y cortocircuitos. Un hombre sólo necesita doce
centésimas de segundo para clasificar a una mujer como deseable o no y tiene un
mínimo de cuatro o cinco pensamientos sexuales al día contra dos semanales en
una mujer. Los varones tienen una media de catorce parejas sexuales a lo largo
de su vida y las mujeres se conforman con una media de una o tal vez dos. El
cerebro masculino en su ley de aquí te pillo y aquí te mato ignora por completo
que las mujeres necesitan tiempo y para que una fémina se encuentre en
disposición hacen falta prolegómenos de hasta 24 horas. Si quiere ligar ésta
noche comience por el desayuno. Libro de cabecera para la ministra Bibiana
Aido.
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