Según la afamada revista
Forbes en la encuesta de éste año el hombre más rico del mundo es el mexicano
Carlos Slim con una fortuna personal de 60,6 mil millones de dólares, y
probablemente es más poderoso según se evalúe el valor de su parque
empresarial. No es un hombre muy conocido en España excepto por su amistad con
Felipe González que tantas habladurías ha hecho correr. Ésta laguna la rellena
el periodista también mexicano José Martínez con su “Carlos Slim. Retrato
inédito” editado por Océano. Es complicado escribir la hagiografía de un
potentado; no es así en la de Slim que ha revolucionado sus negocios en la
dirección de intentar combatir la pobreza y la incultura. Al “Tigre Azcárraga”, otro mexicano, patrón de
TELEVISA, se le veían las garras en su carácter, en el reloj, en el majestuoso
yate y en la querida que escogió. Slim no tiene yate ni amante, viste trajes de
grandes almacenes y tiene un reloj de muñeca Cassio con correa de caucho de los
de un dólar la pieza. Su rasgo definitivo es la austeridad personal. Amante del
arte ha creado una fundación con una colección de miles de obras pictóricas
preferentemente europeas pero las mantiene gratuitamente expuestas en dos
grandes museos al norte y al sur de DF llamados “ Soumaya” en honor de su
esposa y madre de sus seis hijos, fallecida en 1999. Es bibliófilo y bibliómano
y mantiene además una monumental biblioteca, trufada de incunables, con cartas
de la Reina Isabel la Católica a Cristóbal Colón, abierta también a estudiantes
e investigadores del mundo entero. La Universidad Nacional Autónoma de México
subsiste gracias a sus donaciones y ha abierto escuelas y centros de estudios e
investigación en las zonas más deprimidas de su país. El año pasado invirtió 60
mil millones de dólares en Hispanoamérica, mucho más que ningún gobierno u
organismo internacional, y pagó de su
bolsillo 20.000 intervenciones quirúrgicas
a sus compatriotas desasistidos. El 15% de
su fortuna equivale al PIB de Costa Rica, Uruguay y Ecuador que se destina
íntegramente a la filantropía y en ella inculca a sus tres hijos varones
quienes son los que manejan sus empresas dedicándose él a sus obras benéficas.
Su padre fue un cristiano maronita que
emigró del Líbano a los 14 años instalando una tienda de venta de telas “La
Estrella de Oriente”. Slim se graduó como ingeniero civil y en la Universidad Nacional Autónoma de México
impartió la cátedra de Álgebra y Programación Lineal. No es exactamente un
hombre hecho a sí mismo porque tiene a su espalda una buena formación
universitaria que pagó la modesta tienda de tejidos.
Carlos Slim se distingue por su audacia. En
1982 fue un año crítico en la historia de México. Con la crisis de la deuda
externa, la nacionalización de la banca y la paralización de las finanzas del
país. El famoso “efecto Tequila”. Mientras otros corrían a resguardarse Slim ,
Grupo Carso invirtieron compulsivamente . Compraron la tabacalera Philip Morris
(Marlboro), hoteles, acerías, aluminios, seguros, artes gráficas, fábricas de
papel y de neumáticos. En 1990 adquirió TELMEX junto a la francesa TELECOM y la
estadounidense SBC, única compañía que brinda telefonía fija en México. América
móvil le brinda el control de 170 millones de suscriptores de móviles en toda
Hispanoamérica sólo superada por China móvil, Vodafone y China Telecom.
Adquirió también el 6.4% de New York Times por 123 millones de dólares, aunque
Slim subraya que su interés no es informativo sino estrictamente financiero. No
es un inversor baratamente especulativo: compra, reflota y desarrolla. Cree que
la pobreza sólo se puede combatir con educación y salarios dignos, que procura
brindarlos en sus consorcios. “ Ahora no necesitas el trabajo físico, se
requiere un conocimiento mental, trabajo que te permita usar tus diferentes
habilidades y es por eso que se debe tener educación y capital humano. De eso estoy absolutamente
convencido y para eso estoy trabajando. Y en eso estoy interesado”.
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